
¿En qué que quedamos? ¿Nos queremos tal y como somos o no?
Hace unas semanas tuve el inmenso placer de leer una revista cuyo contenido me pareció más que inquietante, ya que no me quedó muy claro si me dirigían hacia el amor propio o hacia el autorrechazo. Juro que desde los textos de Kant que no leía algo tan lioso.
Se trataba de una publicación destinada al público femenino, de esas que ponen a una mujer en la portada bien aderezada con vinagreta de Photoshop. Mientras, a golpe de titular, nos vaticinan un verano a tope porque gracias a ellos luciremos jovencísimas, delgadísimas y fibradísimas. Y lo más importante, entusiasmada contigo misma, tal y como rezan todas las entradillas de su portada: “¡Quiérete!” (siempre que peses menos de 50 kilos), “¡Eres maravillosa!” (ahora que te has atrevido con el bótox), “¡Nos gustas así!” (así, con 21 años).
Todo ello entre exclamaciones. Que se vea que derrochas énfasis por el simple hecho de tener útero. Dudo mucho de que la revista Auto luzca una portada así de enérgica y entonada.
Aparte de esta predilección por el signo exclamativo, intuyo que los/las redactores/as sufren el síndrome de la bipolaridad. Porque en una página te dicen que eres estupenda tal y como viniste al mundo, y en la siguiente, que es mejor que dejes los carbohidratos a partir de las 6 de la tarde si quieres evitar ser una desgraciada foca.
Con lo cual, en esa redacción tienen un cacao montado de muy señor mío.
Ahora bien, no se puede negar que abordan los temas con la misma convicción que en una sesión de las Naciones Unidas. Se les va la vida en lo suyo, aunque esto sea el decálogo de cómo mejorar tu selfie mientras haces ejercicio. Cierto, amigas y amigos, uno de los artículos ofrecía una serie de pautas para salir como una diosa del Olimpo mientras haces tu rutina de ejercicios con, por supuesto, un entrenador personal.
Y como persona desprendida que soy, gratuita y desinteresadamente, os comunico procuréis vestiros con ropa llamativa que aporte buena vibración a la instantánea, e intentad hacer la toma bien al amanecer o al atardecer, pues los claroscuros resaltarán los volúmenes de vuestros pómulos, así como los de los músculos recién trabajados.
De nada.
Prosigamos.
En tanto que gente con valores sociales, por otra parte nos regalan una entrevista a una reciente mamá trabajadora que nos aportará su visión para conciliar SU TRABAJO COMO MODELO DE LENCERÍA con su nueva faceta maternal. Lo de la conciliación se lo ventila en dos líneas en las que nos explica que no se separa nunca de su chiquillo puesto que se lo lleva al trabajo. Así de fácil.
Efectivamente, a las seis semanas de haber dado a luz ya estaba posando en trikini en las Maldivas; porque, oh, qué suertuda, como el bebito le ha salido más bueno que el Niño Jesús puede dormir ocho horas del tirón. Lo de volver tan rápido a su antiguo peso se debe a la lactancia, y los abdominales, a su genética. Y punto.
Eso sí, insiste en que le pareció muy hermoso disfrutar de sus nuevas redondeces. Si es que es una poetisa. Si no fuera por las fotos en braguita brasileña, parecería un poemario de Sylvia Plath.
Pero no todo va a ser estar pendiente de la báscula y los kilos. ¡Ni mucho menos! Los de la revista nos incitan a disfrutar de la vida ahora que llega el buen tiempo, por ejemplo, tomándote un rico café con hielo. Si bien, atención, nos aconsejan que, en caso de tomarlo en una terraza lo pidamos sin leche. Y si eres una vacaburra de esas que lo toman con leche, procura que la leche sea desnatada. Y no le pongas azúcar. Y elige el tamaño pequeño. Y que esté sin gracia hasta que te deprimas y entonces vuelvas a tu casa y te prepares un poleo menta como la gente triste.
Como la gente que se cuida, según ellos.
De verdad que no me aclaro con esta revista, ¿me dejan disfrutar de la vida, siempre que sea tomarme un aguachirri en la soledad de mi casa? De lo contrario entiendo que me convertiré en una ballena blanca y nadie me querrá.
Menos mal que en caso de que endulces tu café con hielo y te conviertas en un tonel, te pones a leer la sección de psicología en la que sale una terapeuta debatiendo sobre la importancia del amor propio y la indiferencia hacia los arquetipo de belleza. Así que después de un monólogo lleno de lugares comunes, comienza la joya de la corona, un reportaje en el que varias mujeres más o menos conocidas, posan desnudas como símbolo de la belleza natural.
El caso es que todas ellas aseguraban que no debemos caer prisioneras de los dictámenes estéticos, que comencemos de una vez a gustarnos de verdad y a asumir que no somos perfectas. Pero al mismo tiempo una de ellas pretendía dejar de comer pan porque engorda, otra no descartaba hacerse algún arreglillo y, en general, el tono era un sí pero no.
No las culpo de su contradicción. Yo también me dedico a mucho bla bla bla, aunque al final interiorizo bien poco.
Algo me dice que no soy la única.