Hablemos del koalismo o leopardismo

Hablemos del koalismo o leopardismo

Mala himalayaMira que insisto en que no, que yo no soy de las que me enrollo; salvo que quiera contar una anécdota, salvo que esté nerviosa, salvo que quiera impresionar a alguien, salvo que vaya de graciosilla, salvo que me encuentre a alguien por la calle o salvo que me tenga que explicar ante un médico; caso, este último, en el que no solo narro las molestias que padezco, sino que en un magnífico acto de sabelotodismo, llego incluso a dar un posible diagnóstico. A lo que, lógicamente, suele responder el facultativo: “Disculpe, eso en todo caso me lo deja a mí”.

Tiene usted razón, no lo negaré.

Así que, quitando estas dos o tres minucias, soy una persona concisa y resolutiva pese a lo que pueda parecer tras la última entrada del blog, en la que pretendía desarrollar un tema, según mi criterio, interesante, si bien me fui por otros derroteros. En todo caso, el asunto versaba sobre mi modo de socializarme. ¿Soy una lapa o un bicho raro? O lo que es lo mismo, ¿un dulce koalilla que te abraza aprovechando cualquier ocasión?, ¿o soy el leopardo de las nieves, quien, según el Wiki-Costi, vive solo y encantadísimo que está?

Advierto, no es fácil dilucidar si pertenezco al equipo koalista o al leopardista porque en realidad puedo ser las dos cosas en menos de media hora. La famosa mesura no va conmigo y, evidentemente, cuando me sitúo en uno de estos dos polos, lo hago pero de verdad, a lo grande. No soy yo persona de medias tintas, soy exagerada como una película de Almodóvar.

Con lo cual, ATENCIÓN: gente que se siente incómoda ante las excesivas muestras de afecto, os pido sinceras disculpas por haberme abalanzado lateral y frontalmente sobre vosotros, golpeado vuestros brazos y antebrazos con mi típico manotazo perseguidor de complicidad, quitado las pelusillas de vuestros abrigos y acariciado un mechón del pelo como si fuésemos amantes de una historia prohibida. Entono, por lo tanto, que:

INTENTARÉ DOMINAR ESOS IMPULSOS DE AMPLIO ESPECTRO DE TOCAMIENTOS.

Cierto es que durante este último año he mejorado notablemente. De hecho, el sujeto paciente de este contacto carnal tendrá que ganarse su derecho a ser abrazado. Os comunico que se han terminado esos días en los que repartía gratuitamente achuchones y toqueteos de brazo y, en tanto y cuanto siga progresando adecuademente, poco me faltará para alcanzar la categoría de cardo borriquero.

Mi momento koalista es muy fácil de identificar. Consiste en:

-Saludo inicial con dos besos bien sonoros acompañados de un abrazo apretujadísmo mientras me balanceo hacia la izquierda y derecha.

Comienzo del monólogo en el que, OJO, yo pregunto y yo respondo, todo ello en modo ráfaga. Tal que así: “¡¡Pero bueeenooo!!, ¿¿quetalquetaaal?? ¡Me imagino que todo estupendo! ¿Y qué tal tus padres? ¡Supongo que divinamente porque tienen marcha de sobra! Oye, ¡te veo genial!, y seguro que en el curro te va fantástico, ¿aquesí, aquesí? Pues claro que sí, ¡que te lo digo yo!”. Y tanto que se lo digo yo. ¡Como que solo yo! No le he dejado ni una décima de segundo para pronunciarse.

Momento álgido del toqueteo, simultáneo al monólogo: golpecito en su brazo (con variantes en hombro y antebrazo), codazo a la altura del riñón combinado con guiño de ojo, abracín que no viene al caso y/o caricia graciosa en una mejilla.

Hora de despedirse: coletillas que se van soltando y que pueden durar dos horas. “Pues nada”, “Pues eso”, “Pues ya nos veremos”, “Pues sí”, “Pues hala”, “Bueeeno, pues esooo”, “Veeengaa”. Y a ver quién aguanta más, ese es el truco.

Lo malo es que en cuanto me doy media vuelta voy pensando que soy medio lerda y que me he venido muy arriba. ¡No, no, no! Me regaño y me automotivo para relajarme, pero me lo tomo tan en serio, que en diez minutos ya me convierto en el leopardo de las nieves.

Con lo cual pongamos que me llama una amiga para tomar un café.

-Mala, ¿te hace un cafecito mañana?

-¡Chachi!

-Genial, porque había pensado en llamar también a mis compis de trabajo y te las presento, que son súper riquiñas.

-Ehhh…pues…¡qué rabia! Ahora que me acuerdo mañana tengo dentista y no creo que pueda ir.

-Vaya… ¿pero te duele una muela?

-Sí, esta, mira (mientras le enseño la piñata).

-¿Pero no te habían hecho una endodoncia el mes pasado en esa muela?

-Sí…pero no sé…yo creo que no me debieron de matar bien el nervio.

-¿Pero qué nervio ni que nervio?

-Sí, que a veces el nervio no se muere y…

-A ver, ¿pero a qué hora es el dentista?

-(Digo un horario al azar y que haya suerte) Pues a primera hora de la tarde.

-Pues quedamos entonces a última hora de la tarde.

-Ay…es que no creo que pueda, ¿eh? Tengo que planchar todas mis blusas y ya sabes que casi todas tienen lazos y tardo mogollón.

-Bueno, hija, pues a ver si te matan el nervio ese, y ya de paso que vean lo del nervios de la cabeza.

-Juassss juass…¡qué gracia!

Buah, ¡lo he hecho genial! Me he librado de conocer a gente nueva y no se ha notado nada. ¡Soy la leche! Esto de vivir en las nieves del Himalaya no está tan mal. Excepto los sabañones, lo demás está bárbaro.

Esta etapa durará dos días y enseguida vuelvo a encaramarme a un eucalipto para vivir koalamente. Y no hay drama ninguno.

 

4 comentarios

  1. Nooooooo que no se acaben los tocamientos porfavor!!

  2. Author

    No te preocupes. Pesa más mi koala interior que una manada de 500 leopardos. Bueno, no, de 500 no, porque según el Wiki-Costi están en mega peligro de extinción y solo hay tres o cuatro por ahí esparcidos.

    Gracias por tu apoyo koalístico. Un beso 😘.

  3. Jaja! Me he reído como una tonta😂😂. Yo también soy de polos opuestos y luego me enfado cuando me llaman rara.😀. Un besazo!

    1. Author

      Pues ya me quedo más tranquila, Julia. Jajajah
      Pasar de Koala a leopardo de las nieves tiene su truco. Además, yo me meto fácilmente en cada papel.😂😂

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